Cielo abierto

Elaborar a cielo abierto, cuando la única protección que tiene tú vino son las estrellas, la noche cerrada y la luna en cuarto menguante.

En 2016 decidimos elaborar así; un juego, una locura entre Juli, Esencia Rural, y yo. Para mi era poder trabajar con alguien a quien he admirado toda mi vida, alguien que nunca dejaré de impresionarme. 

Y para ello, garnacha vieja, sufridora, alta montaña, mas de 1150 metros de altura, en plena sierra, rodeada de una vegetación mas propia de la altura serrana que del cultivo rural, aunque cerca podemos localizar algunos huertos, sin duda alguna, de fruto y cosecha maravillosa… y escasa.

MALANDRO 2018

Vendimiar a fínales de septiembre, recoger y verter en las tinajas enterradas; pisar, a diario, protocolo que alimenta el alma y descansa la mente del trajín cotidiano de bodega en tiempo de vendimia.

Fermentación pausada, melodiosa, que termina cuando los primeros frios otoñales entran por el norte, por la Sierra de la Paramera. La maloláctica espera la primavera, aunque siempre he pensado que no cesa la agitación, serena, dentro de la tinaja, pues poco tiene que ver el frio exterior con el ralentí que se maneja debajo de tierra.

Tras esas primeras semanas de primavera, descubamos, prensamos, en el propio viñedo, y el vino regresa a la tinaja. Un plus de 5-6 meses de crianza antes de embotellar.

Los vinos elaborados en tinaja requieren la afinada y calmada crianza reductiva de la botella. No nos preocupa la evolución, la oxidación del color; nos emociona la sensibilidad de su caminar por el paladar, el contorneo de sus aromas en nuestra nariz, la sensualidad de las excitaciones subjetivas.

26 de Noviembre de 2021