HOJAS DE OTOÑO
Hojas de Otoño; tapiz de matices ocres. Alegoría del paso del tiempo, del poso, del reposo, de la calma, del sosiego.
Y el tiempo, ¿cómo corteja a los vinos naturales? La industria, siempre avasalladora, bulldozer impúdico, a través de sus pregoneros, estomagos agradecidos, siempre han buscado menospreciar nuestra artesania vinícola a través de mensajes recurrentes como el escaso recorrido en el tiempo de los vinos naturales; hablaban de vinos instantáneos, hoy bebibles mañana vinagres, decían esos paladares exquistos alimentados por el dolar empresarial, catadores de falsa objetividad, nunca supieron descubrir el alma, el corazón de nuestros tragos.
Para mi siempre ha sido una obsesión bucar la pasión en mis vinos, el alma; trasmitir carácter, personalidad. Vinos que nos trasladaran a una tierra, que interpretaran una vida, una lucha. Vinos que emocionaran con el desequilibrio equilibrado, con la locura más cuerda, con la corduraa más loca. Parámetros vitales siempre en armonía buscando longevidad, tiempo que regala complejidad y matices.
Hace unos meses, junto a los amigos de A la Volè, hicimos una vertical de SADE (albillo real, orange wine, varios meses de maceración con pieles, crianza en barrica de 500 litros). 8 añadas, desde 2013 a 2020. Lágrimas corrían por nuestros pómulos. Belleza en la copa; vivos, complejos, únicos, sorprendentes. Sintiendo la palpitación de cada año, de cada añada, tamizada por el paso del tiempo; había personalidad, diversidad, intensidad.
Antes de las fiestas que cerraban el año pasaron por bodega una pareja de sevillanos, afincados en Madrid, ya miembors de nuestra familia, amantes de Los Besos que te Robé (maceración carbónica, juguetón, descarado, cuyas dos últimas añadas ha tornado a beaujolais de Gredos). Se me ocurrió tirarme al barro y ofrecerles una vertical de todas las añadas, desde 2016. Sorpresoooooón. Alguno envejeció con nobleza, pero era evidente el paso del tiempo, recuerdo de tiempos mejores (2016 y 2017). Pero nos encontramos con una locura que nos giró el cerebro en un triple mortal: 2018. Evolución camino de la crianza oxidativa, complejo, lleno de brio y cadencia rítmica, caricia en el paladar, amable y seductor. Nos dejó volados a todos los presentes. Las dos última producciones seguían vivas; más vivas que nunca. Irreverentes, provocativas y fluidas, desmontando esas falaces palabras que dicen que estos vinos, estas elaboraciones, son de consumo rápido, del año.
Hace unos días abrí un par de botellas de 2017; beber para seguir aprendiendo. Tragos de conocimiento y deleite. MilaGritos 2017 Blanco. Todos nuestros blancos, nuestros albillos, deberían pasar 5 años en botella antes de beber!!!! Qué locura!!! Qué armonía!!! Sensación de grandeza, de madurez caminada con prestancia y gallardía. Tiempo que seduce aquella juventud primaria y que nos regala sonatas de envolvente seducción. MALANDRO 2017. tinajas enterradas en el viñedo, garnacha vieja, 1120 metros de altura, 100% raspón, trabajar en el campo, no concoer edificación. 2017 fue nuestro primer Malandro, aquella locura que Juli ideó y pusimos en práctica en Gredos. Ahora, siete años después, sigue salvaje, largo, delicado y tremendamente cadencioso. ¿Es ahora SU MEJOR MOMENTO? Tal vez sí. ¿Tienss una botella en tu bodega, de aquellas mil y pocas que hicimos en 2017? Tienes un tesoro.
Cuando los vinos se han elaborado con conocimiento, fundamentos, amor, trabajo intenso, sacrificio y mucha mucha dedicación, sabiendo en cada momento que se está haciendo y porqué, interpretando cada instante del ciclo... la longevidad de los vinos naturales os puedo asegurar qeu está asegurada. Paseamos por el bosque sintiendo las hojas de otoño en nuestros pies. Evocación de que el reloj no se detiene; tiempo que acaricia nuestros vinos, los mima y los mejora.
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